El ser humano, desde la antigüedad tomó medidas para eliminar los cadáveres, normalmente, mediante sepulturas o fosas excavadas en el suelo, donde el cuerpo se descomponía por la acción de gusanos y bacterias. Una práctica alternativa, también de origen antiguo, es la cremación: la eliminación del cuerpo mediante fuego en piras funerarias o crematorios.
La palabra cadáver proviene del latín cadavere, en relación con el verbo cadere, caer, y significa caído, mortal. Curiosamente, en otras lenguas, la palabra también deriva de cadavere (kadaver en alemán y holandés), pero sobre todo para indicar el cuerpo de un animal muerto, mientras que en español se trata generalmente del cuerpo de una persona.